MI EXPERIENCIA EN EL ARTE( Y EN LA VIDA) Segunda Parte.
- Fran Muñoz
- 20 jun 2015
- 4 Min. de lectura
Mi primer año de carrera.
Cuando por fin accedí a la carrera, me quería comer el mundo, pero era tan inexperto en el arte y en la vida, que no sabía como empezar. Fue ahí cuando recurrí a mi tío, quien me aconsejó acudir a la academia de Pedro García Lozano. Tenía claro que había perdido el tiempo, y que eso me tenía que llevar a aplicarme más que el resto de mis compañeros, pero algo dentro de mi me decía que yo podía hacerlo y que podía con todo.
Recuerdo el primer día que pisé el estudio de Pedro García Lozano, me acuerdo hasta cómo iba vestido, en aquella época no llevaba mucho color, y solía vestir con unos pitillos negros. Era mediados de Septiembre, y ya habíamos empezado las clases, y lo que peor llevaba era pintura. Mi profesor de primero de carrera de pintura no me enseñó nada, de hecho el primer día empezamos a pintar al óleo en blanco y negro copias de cuadros famosos y nos pedía que pintásemos con brocha ( el objetivo era bueno, la mecánica de trabajo no) ya que el profesor se conformaba con sentarse en el despacho y nos dejaba pintando en el aula de pintura, así que íbamos aprendiendo de los compañeros. En mi carrera se estila mucho eso de ser autodidacta, y pensaréis ¿ Se puede aprender de forma autodidacta?, la respuesta es sí, pero puedes aprender mal si no te orientan bien. La cuestión es que el primer día de pintura el 80% de los alumnos no habían pintado al óleo en la vida o lo habían practicado muy poco. Cuando fuí al estudio de Pedro ya había pintado varios cuadros en blanco y negro, pero en ese momento tenía que pintar un bodegón de Zurbarán, así que le llevé una fotocopia. Me comentó cuestiones sobre las luces y las sombras, me dío un par de papeles grises y aceite de linaza, para que practicase en mi casa el cuadro antes de hacer el definitivo, luego me hizo una ''minientrevista'' sobre las técnicas que había tratado y los materiales que había empleado, me preguntó si sabía que era un lápiz de grafito, yo le contesté que no, hasta que lo vi y me di cuenta que eran los lápices de toda la vida, me comentó si había usado contés, o carboncillo y le dije que no, fui totalmente sincero.
Me asombra que hace año y medio no supiera de todas esas técnicas, que únicamente me dedicase a pintar ilustraciones que me calcaba de las revistas de moda que me compraba en el kiosco de mi pueblo, que dibujara solamente caras y ojos, porqué unicamente sabía dibujar eso, pero me asombra todavía más lo rápido que he aprendido.
Mi primer año de carrera transcurrió bien, pero me centré más en la escultura y en el dibujo que en la pintura, hasta tal punto de dejar de asistir a clases de pintura ,porqué era lo mismo pintar en el aula que en la salita de mi casa, sentía que perdía el tiempo yendo a clase para que nadie me corrigiera, ni mirase si lo que estaba haciendo era lo correcto.
Sin embargo, en dibujo y en escultura no fue así, cada paso que daba estaba más seguro de mi mismo, y mis proyectos maduraban a la vez que yo lo hacía. Todo transcurria bien, sacaba buenas notas y compaginaba la carrera con el mundo de las fallas, donde iba cuando mi tiempo me lo permitía al taller de Antonio Verdugo Ballester, un gran maestro de las fallas donde aprendí el valor del trabajo en equipo y la satisfacción del trabajo bien hecho.
Cuando pasaron las fallas, pensé que mi camino tenía que tomar otro rumbo, así que me centré en mi carrera, intenté asistir de forma habitual a todas las clases. En dibujo la cosa iba demasiado bien, para aquella época mi profesor me había pedido que le hiciera un retrato, ya que el mio le había gustado mucho. Cómo no, este tipo de encargos trajo diversos comentarios entre mis compañeros de clase, aunque desde el minuto uno que entré a esa carrera diferencié entre amigos, compañeros, y competidores. No os voy a mentir, a la carrera no fuí a hacer amigos, fui a convertirme en lo que seré en un futuro, ¿por qué? Por qué no sabía de quién fiarme y quién no en una carrera tan competitiva, aunque a día de hoy reconozco que he conocido a gente magnifica y extraordinaria.
Acabé el primer año de carrera con muy buena nota, a excepción de pintura, que como era de esperar saqué un 5'6, sí , un 5'6, pero ...¿Sabéis qué? Nunca le he hecho caso a las notas. Para mi sacar un 5'6 no me impidió tener valor para decir, este año ganaré el barrio obrero, porqué yo sabía que tenía algo dentro de mi y que podía con ello, que sería el mejor de mi clase al año siguiente y que demostraría que se pintar y que puedo ser competente en todos los ámbitos. El motivo de sacar esa nota fue mi dejadez por el poco interés del profesor y como consecuencia mi poco interés por su asignatura y que en aquella época me apasionaba más la escultura que la pintura, por eso sacaba mejor nota en una que en otra.
Es ahora cuando hecho la vista atrás y pienso en lo que era, las metas que me ponía, y que todas esas pruebas las iba superando, entonces, miro al frente y pienso que todo lo que me proponga, lo conseguiré, por qué confío en mi, y eso es todo lo que necesito para triunfar en esta vida.
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